Pablo Gil Cagné: el arte de realzar la personalidad

Un tímido rayo de sol en una mañana de finales de septiembre bastó para hacer brillar la araña de cristal que colgaba del centro de la habitación. El aroma a rosas de los polvos Coty envolvía la habitación.
«Pablo, ¿eres tú?», preguntó mi madre mientras se recogía el pelo rubio en un moño alto sentada en el tocador.
«¡Sí, madre! Puedes decirme dónde está Bibbi, ¡me ha pedido que la maquille antes de salir contigo!».
Bibbi era mi hermana Sabrina a la que utilizaba a menudo como modelo con la intención de practicar y corregir esa ligera asimetría labial que tenía de nacimiento.
«Ha ido un momento a casa de la vecina, pero no tardará», me respondió mi madre mientras se pasaba delicadamente el delineador negro por los ojos.
El maquillaje era un ritual absolutamente indispensable para ella, un maquillaje ligero: una línea de lápiz negro alrededor de los ojos para realzar la mirada, un pintalabios rojo que hablaba de ella y de su forma de enfrentarse a la vida, y un velo de polvos para completar la obra de arte.
El refinamiento de mi madre y el agradable olor de los polvos siempre despertaron en mí una gran curiosidad.

En un suntuoso palacio del centro de Roma, en el 285 de Via Cola di Rienzo, sede de la Academia Face Place, en uno de los barrios más prestigiosos de Roma, a dos pasos del Vaticano, tuve el honor de conocer a Pablo Gil Cagné.
Pablo Gil Cagné nació en Roma el 14 de septiembre de 1968, de madre Rita y padre Matteo. Su madre ganó el concurso regional «Miss Elegancia 1956» y era actriz de fotonovelas. Su padre era periodista de espectáculos culturales y, tras colaborar con el Ente Nazionale Sordomuti, obtuvo una cátedra como profesor en la escuela especial para sordomudos.
Ya de niño le fascinaba su madre, capaz de realzar su belleza con un ligero maquillaje.
En los años 80, Pablo empezó a seguir los consejos de maquilladores icónicos muy importantes en la época, Stefano Anselmo (maquillador de Anna Oxa), Della Palma y, por último, Gil Cagné, cuya elegancia se convirtió más tarde en su principal inspiración. Inspirado por los iconos del pop de la época Madonna, Cindy Lauper, Boy George, Prince, David Bowie y Amanda Lear, experimentó con el maquillaje de su hermana Sabrina, tres años mayor que él. En aquella época no había verdaderas escuelas de maquillaje, las academias estaban en Roma y Milán. La única forma, por tanto, de aprender era a través de revistas y cintas de vídeo. Nunca se perdía su programa favorito, «Mezzogiorno e Bellezza», donde un maquillador de fama internacional enseñaba el arte del maquillaje.
Por aquel entonces, Pablo empezó a bailar danza clásica y jazz en la compañía ‘dance ensemble’ y, antes de cada actuación, se deleitaba practicando con sus compañeros lo que había aprendido. Sólo les reservaba algunos retoques básicos. En este caso, por razones escénicas, el maquillaje era mucho más cargado de lo normal. Sin embargo, siempre tuvo la voluntad innata de realzar la belleza de sus amigos, colegas y familiares.
Gracias a su terquedad y a su espíritu guerrero, adquiridos a lo largo de los años, consiguió alcanzar gran fama internacional. Tras cursar estudios en la Universidad de Lenguas y Literaturas Extranjeras con excelentes resultados y para satisfacción de su padre, quiso poner en práctica sus habilidades artesanales y demostrarse a sí mismo, ante todo, lo que podía hacer con sus manos. Aunque no fue fácil para su padre aceptar el deseo de su hijo, le siguió la corriente e, inspirándose en el famoso libro de Susanna Tamaro, le dijo: «¡Ve donde te lleve el corazón!
Aunque tenía poca confianza en sus capacidades, pero mucha ambición, Pablo se matriculó en la academia de Gil Cagné en 1996.
Quedó fascinado por la pasión y la filosofía de este gran artista del maquillaje, que le entrevistó el primer día para conocer sus motivos para elegir la academia. Tras sólo quince días, el maestro le envió a maquillar a modelos para una conocida revista de moda. En julio de 1996 falleció su padre. En aquellos días, durante el desfile de Alta Costura en Roma, Gil le sugirió, dado el origen español de su abuela paterna, que todo el mundo le llamara Pablo, no sólo en la familia: mejor Pablo que Gil Cagné. Pablo se dio cuenta así de que la vida le había arrebatado a su padre, pero a cambio le había dado una nueva figura paterna. Rápidamente se convirtió en su mano derecha. Gracias a sus conocimientos de idiomas, Gil y él iniciaron una serie de viajes alrededor del mundo en los que conoció a muchas personalidades del mundo del cine. Notable fue su relación con la famosa Jodie Foster en Los Ángeles. Así que, después de que Gil le contara el motivo de su viaje, Jody Foster le pidió que la maquillara y Gil le dio el trabajo a Pablo. Le dio cita en Santa Monica Boulevard, en el salón de belleza llamado Face Place, que es de donde sacó la inspiración para el nombre actual de la academia de Roma.
En una ocasión, la Sra. Foster le confió sus manos y le dijo: «¡Por favor, hazme bella!». Fue el cumplido más hermoso que jamás recibió y que hoy recuerda a sus alumnos. Cree, de hecho, que cuando una mujer dice que se ve hermosa, es la confirmación de que el trabajo ha tenido éxito; si, por el contrario, una mujer exhorta diciendo que es un bonito truco, significa que la intención de entrar en la personalidad de la clienta ha fracasado.
A Gil siempre le ha gustado ponerlo a prueba; en la feria Cosmoprof, Gil encargó a sus alumnos que hicieran retratos sobre modelos. Le dio a Frida Kahlo, un personaje poco conocido en los 90 (eran los años de Naomi Campbell y Cindy Crawford), por lo que tuvo que acudir a librerías para estudiarla. En aquella ocasión Gil le dijo que la elección había sido deliberada para que se diera cuenta de que nunca podría hacer nada malo. Para Pablo fue uno de los raros cumplidos.
Gil le enseñó a destacar los cánones estéticos de cada mujer y una famosa cita suya fue: «Quien no encuentre en cada mujer algo que realzar, que cambie de oficio». Si pensamos en mujeres como Barbara Streissand y Lisa Minelli, cuyo temperamento las convirtió en iconos de estilo.

Esto duró hasta 2002, cuando, debido a una enfermedad, Pablo tuvo que marcharse con mucho dolor a Gil. Los médicos le ordenaron llevar una vida más tranquila y sosegada. Así que se trasladó a Montecatini Terme y durante año y medio fue comprador de una importante tienda multimarca y, más tarde, jefe de ventas de Dolce & Gabbana Donna. En los ratos libres, se deleitaba maquillando novias.
De repente, el 23 de enero de 2003, como un rayo, durante el programa «La vita in diretta», Gil Cagné falleció de un infarto.
La empresa pasó por momentos difíciles y en 2005 Antonio Baldan, tras adquirir a Jean Klebert y la marca Gil Cagnè, le ofreció convertirse en Director Artístico de la Maison Gil Cagnè. No pudo negarse pensando en lo mucho que Gil había hecho por él. De ahí la verdadera conciencia de continuar la filosofía de su gran maestro, sin tener la menor presunción de sustituirle. La elección del nombre Pablo Gil Cagné permitió mantener vivo el recuerdo de este extraordinario maestro. Con la ayuda del departamento de compras, de marketing y ahora de Amanda, la hija del propietario del Grupo Baldan, se ha relanzado la marca, especialmente para aquellas generaciones más jóvenes, menores de 30 años, que no conocían a Gil Cagné.
Hoy Pablo es uno de los mejores maquilladores a nivel internacional y es el director artístico de la línea de maquillaje «Gil Cagné» distribuida por el Grupo Baldan. En el mundo del espectáculo es asesor de imagen de numerosas actrices, cantantes y show girls, como Monica Bellucci, Amii Stewart, Diana Ross, Jodie Foster, Nicole Kidman, Dayane Mello, Simona Ventura y Carmen Russo. Un recuerdo especial también para Virna, que además de su belleza exterior tenía una inmensa belleza interior.
Ha colaborado en grandes eventos como Miss Mundo, Miss Italia, Alta Moda Roma, Milano Collezioni, Fashion Week London, Paris, New York, Gran Ballo Viennese delle Debuttanti, World of Fashion, Gran Ballo Russo, The Look of the year, Una ragazza per il Cinema, Miss Progress, Miss Teen Universe, Premio Moda città dei Sassi y Modelle & Rotelle. A menudo participa como invitado en diversos programas de televisión, como «Non Solo Moda», «Uno Mattina», «TG2 Costume e Società», «Buongiorno Benessere». En 2005 fundó y dirigió su propio estudio de maquillaje, «Face Place», donde imparte cursos de maquillaje y colabora con numerosos estilistas y fotógrafos de renombre internacional.
También se convirtió en el experto en maquillaje de la revista «Make-up and Beauty».
Su espléndida carrera le ha recompensado con varios premios, entre ellos:
Lifetime Achievement Award, Roma International Aesthetics, Hair and beauty Congress, Commitment to Solidarity, Night of Stars, Best Visage Artist, Gala de la Moda patrocinada por UNICEF, World of Fashion Awards en Roma, el Lifetime Achievement Award «Walking in Beauty 2013» y el «Premio Assotutela 2018/19 a la Excelencia Italiana» por su compromiso con las mujeres afectadas por el cáncer y las víctimas de la violencia.
Tras especializarse en maquillaje permanente, su máster le permite formar a numerosos dermopigmólogos. Así empezó a trabajar con importantes empresas italianas del sector como Biotek, Orsini Belfatto, Clinita y otras.
A lo largo de su carrera, ha trabajado con numerosos e importantes diseñadores de moda italianos y extranjeros: Ram al Ali, Chiara Boni, Gattinoni, Raffaella Curiel, Renato Balestra, Fendi, Ferrè, Egon von Fusterberg, Michele Miglionico, Valentino, Mila Son, Versace.

‘No amo la moda, amo el estilo’, dice Pablo. Una frase que le distingue.

Y es que cree que la moda nos representa, aunque desgraciadamente cada vez sea más comercial. Los diseñadores se ven obligados a presentar nuevas colecciones en poco tiempo. Hasta los años 90 todavía se podía hablar de moda sofisticada, pero entonces se impuso el concepto de cantidad y por eso las grandes casas de moda han recurrido al mercado asiático para abaratar costes. Pablo prefiere hablar de estilo, porque cada uno tiene el suyo. Un estilo minimalista, glamuroso y al mismo tiempo sofisticado. Le gusta especialmente la chaqueta, el chaleco y la corbata y todos los elementos de connotación masculina.

Los consejos del maestro Pablo

La base de un buen maquillaje es siempre una piel sana, por eso, como dice el nutricionista, el médico nuclear que le sigue, es fundamental una buena alimentación y una buena cantidad de agua. Un agua que debe ser más alcalina, ya que quema mejor las grasas. Una dieta grasa conduce a una piel grasa.
La empresa para la que trabaja, el GRUPO BALDAN, también cuida mucho la certificación y los envases de vidrio para reducir cada vez más el plástico. En cuanto a lo «vegano», muy de moda en estos momentos, Pablo sigue siendo muy escéptico, cree que aún no se han conseguido resultados óptimos.
Además de la dieta, la actividad deportiva y salir con gente joven ayuda mucho a elevar el umbral de la vejez. Un umbral que ya ha alcanzado cotas importantes, si pensamos en actrices como Sharon Stone, Madonna o Sofía Loren.
A la hora de maquillarse, es fundamental seguir ciertos criterios muy importantes.
Una mujer cuando ya no es una adolescente debe prestar atención al color. Es mejor desplazar el color a la ropa para evitar un efecto boomerang. Luego, por supuesto, hay casos especiales, como las mujeres con una gran personalidad, como Iris Apfel. En ella pueden funcionar porque tiene un estilo atípico. El papel de los accesorios es crucial. Evita las sombras de ojos nacaradas, ya que dan el efecto de papel de aluminio planchado después de haber sido arrugado.
El papel de la base de maquillaje de calidad es muy importante, aplicándola siempre sobre una piel bien cuidada el efecto óptico es mejor. La intensidad del color en los labios varía según la personalidad y el contexto. Corresponde al visagista comprender el estilo y la personalidad sin subestimar el color de la piel, los ojos y el cabello.
En el día a día, una mujer nunca debe salir sin productos de calidad en el bolso para mantener su identidad y originalidad: una base de maquillaje (en polvo, crema o compacta) para corregir cualquier imperfección, una máscara de pestañas y, por último, un pintalabios en forma de lápiz, barra de labios o clásico. Una postura recta y decidida completa el trabajo, porque como nos recuerda Pablo, la belleza viene básicamente del interior, el maquillaje sólo ayuda a realzarla un poco más.

En lo que respecta a los hombres, hay que decir que en los últimos años se ha despejado un poco la aduana, hemos asistido a años de embalsamamiento. La depilación solía ser sólo para deportistas y modelos. Últimamente, se ha comprendido que si el vello está bien arreglado, puede resultar atractivo. La idea básica debe ser el hombre bien peinado, ni demasiado «lamido» y lacado ni demasiado despeinado. Lo importante es mantener su aspecto natural. Los hombres se han vuelto más vanidosos, por eso roban en los armarios de las mujeres o compran productos diciendo que son para sus hijas.
En los hombres, se puede intervenir cuidando el arco de las cejas y, por supuesto, la piel. Para reducir el efecto de brillo, existen imprimaciones minerales en polvo que se aplican con pinceles tipo barba. Las cejas, si son muy salvajes, se pueden fijar con un fijador. Sólo para una sesión de fotos podemos introducir un lápiz de cejas, un bálsamo transparente en las pestañas, un bálsamo en los labios. Un corrector que no sea transparente, sino en un tono beige miel o melocotón albaricoque en versión fluida puede ayudar a disimular las imperfecciones de la piel. También existen contornos de ojos pigmentados que tienen un efecto de camuflaje para disimular las venas alrededor de los ojos. Los hombres suelen preferir una tez ligeramente dorada. Lo importante es mantener un efecto natural.

Oncocosmética: la nueva frontera de la cosmética

Usted asistió recientemente a una conferencia en la Universidad de Módena sobre oncocosmética.
Este tipo de cosmética se ha hecho cada vez más popular en los últimos años con tratamientos cosméticos realizados por esteticistas, maquilladores y termopigmentadores voluntarios para que los pacientes recuperen la confianza y la estima, perdidas debido a los devastadores ciclos de quimioterapia. Un equipo de esteticistas, maquilladores y médicos estéticos que, con tratamientos específicos de dermopigmentación, gel plaquetario PRP y tatuajes permanentes, trabajan en simbiosis.
Entre los hospitales en los que trabaja actualmente en Italia se encuentran: el Gemelli de Roma, el Hospital de Mantua y el Policlínico de Módena, donde recientemente asistió a una conferencia.

Pablo hoy: humilde, decidido y maniático.

Hoy Pablo ha pasado de una técnica muy ordenada y meticulosa a otra más psicológica. Intenta entrar en contacto con el cliente para entender qué quiere, qué productos utiliza y cuáles no, aunque la mayoría de las veces ya sabe lo que se le pide. Por eso es esencial un cierto nivel de psicología para acceder fácilmente a la cabeza de los clientes. En la base debe haber un buen estudio y luego poner en práctica los conocimientos. Sólo así se llega a ser un verdadero profesional.
En él siempre permanece la fascinación por esa mujer llena de luces y sombras que tanto luchó por difundir su nombre: Coco Chanel. Nacida en los años 20 y 30, sufrió un declive en tiempos de guerra antes de resurgir en los años 60. Una de las frases más célebres de la diseñadora «la mode se démode, le style jamais» (la moda se pasa de moda, el estilo nunca) es suya.

Pablo, un gran hombre que con humildad, sencillez y gran profesionalidad siempre ha tenido una misión desde niño: transmitir confianza, estima y seguridad a las personas necesitadas a través del maquillaje. Una pasión cultivada con constancia y gran dedicación a lo largo de los años, a veces incluso sacrificando su vida privada.
No tiene palabras suficientes para dar las gracias al gran Maestro Gil, que no en vano vio el talento en él.
Entre cintas de correr, máquinas de remo y aparatos de fitness, un día le llamó la atención la sonrisa de Claudio. Tras un asiduo noviazgo, Cupido dio con la tecla.
Su unión civil con Claudio, el 23 de junio de 2017, aportó a Pablo cierta serenidad y conciencia, pero al mismo tiempo ligereza y despreocupación, como llamaba Gil a la superficialidad inteligente. Claudio le ha dado a conocer mejor los valores de la vida privada, enseñándole que lo que no podía hacer hoy lo podría hacer mañana, y ha logrado completar esta obra de arte en constante evolución llamada: Pablo Gil Cagnè.

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